Mi corazón está preso en una cárcel de cristal.
Mi corazón está enfermo pero me espera con fuerza;
allá lejos si el olvido se pone travieso conmigo,
aquí cerca, y aunque duela, si consigo recordar.
Mi corazón está algo perdido; en un lejano reino, en una alta torre,
con dragones custodiando su sueño frágil e irregular.
Yo camino diez mil escaleras, lucho al tiempo que corre
y dudando entro en su cuarto. La encuentro durmiendo en su altar.
Mientras miro sus cadenas aprieto el pañuelo que me dio anoche,
me pregunto si al besarlo, quién sabe, la podría despertar.
Luego vuelvo triste a mi cuarto; escribo y pienso
si al leer este verso alguien llegue más allá del cuento
y entienda que está hecho; nada de tópico, sólo de realidad.