jueves, 21 de junio de 2012

Mi cuarto


Ven conmigo.  Te invito a pasar las horas que yo malgasto sola en mi cuarto.

Túmbate a mi lado.  Haremos el amor en mi cama y si quieres, luego, escucharemos discos viejos y nos prepararemos un bocata.

Yo no soy mejor que cualquier otra chica.  A veces me callo porque no tengo que decir nada.  La mayoría del tiempo soy injusta con mi imaginación  desbordada.

Acércate a sentarte en el suelo de detrás de la puerta.  Podemos mirarnos los pies y probarnos mis calcetines de rayas.  Y si te aburre podemos darnos besos, tocarnos los pechos, mordernos el cuello, quitarnos la ropa y compararnos con mi libro de anatomía humana.

En realidad, tampoco soy un bicho tan raro.  A veces me callo porque me estoy enamorando.  La mayoría del tiempo.

Y si quieres te lo cuento, si te quedas un rato.   Tengo una camiseta vieja demasiado grande para hacerte de pijama.  También una ventana por la que se ven las luces de los vecinos.  

Son de color amarillo, y naranja en verano.

No me gustaría parecerte demasiado romántica.  Escribo mis frases buenas al margen de los apuntes de oncología y las escondo bajo porcentajes de quién morirá si la mala suerte hace de enzima.  Me canso, porque al final del día la boca se queda seca y el cuerpo pegajoso y la ropa arrugada. 

Estas cuatro paredes: la estancia. Tengo solo, para ofrecerte.  Mi encierro. Ven a dormir conmigo, si ti estas cosas que escribo me parecen una bobada.