Uno: Quiero
besarte. Con toda la fuerza de los músculos. Con ímpetu de enferma. Desmenuzarnos, despedazarnos, emulsionar
nuestra mezcla maravillosa. Abrazar tus
labios con boca asombrada. Tus besos me
saben a una canción sin estrofa; solo con estribillo.
Dos: Quiero
mirarte a los ojos. Un momento muy
largo, un momento eterno, un momento sin final.
Desnudarme y meter los pies en el lago nocturno de tu pupila. Nadar.
Gastar allí todos los segundos de mi caja de los deseos.
Tres: Quiero
darte la mano. Porque necesito tu
piel. En la palma de la mano y en todas
mis otras palmas. Déjame descubrir con
miedo que este tacto que me droga es más veneno que medicina. Ahora ya me estoy
muriendo.
Cuatro: Quiero
huir contigo. Es demasiado pequeño mi
pecho, es demasiado pequeña mi cabeza. Y la ilusión tuya se hace más grande. Quiero ver cómo queda tu sonrisa de niña en
la playa, tu mirada perdida en las multitudes que de pronto me encuentra.
Cinco: Quiero
llegar hasta infinito. Luego secuestrar
a un matemático para que me haga más números.
Porque también quiero intoxicarme del dióxido de carbono que exhalas, aprenderme
de memoria tus mil millones de pares de bases nitrogenadas, descifrar si las líneas
de tu encefalograma tienen forma de onda enamorada…y recitarte a Blas de Otero
mientras matas inocentes con una recortada.