Me abrazas pero no me besas.
Me hundes pero no me rescatas.
Me enamoras y te enamoras, y me tienes pero no me posees.
¿Quién te enseñó toda esa moralidad tan falsa?
Ah, ya lo recuerdo, aquella hipócrita de tres al cuarto.
Y tú me creiste.
Me crees pero no me convences.
¿Es esto que me das la famosa libertad?
Pues no me gusta, ya no quiero más verdad, ni justicia, ni corrección, ni respeto.
Quiero que ardamos en el fuego del infierno consumidas por nuestras tentaciones.
Te quiero a tí.