Me abrazas pero no me besas.
Me hundes pero no me rescatas.
Me enamoras y te enamoras, y me tienes pero no me posees.
¿Quién te enseñó toda esa moralidad tan falsa?
Ah, ya lo recuerdo, aquella hipócrita de tres al cuarto.
Y tú me creiste.
Me crees pero no me convences.
¿Es esto que me das la famosa libertad?
Pues no me gusta, ya no quiero más verdad, ni justicia, ni corrección, ni respeto.
Quiero que ardamos en el fuego del infierno consumidas por nuestras tentaciones.
Te quiero a tí.
Mientras Esculapio y la neurobiología andan tras Proust, dejo a Yourcenar:
ResponderEliminarUna sirena llora
La salida de un barco
Sobre el agua que borra.
Yo sufro la ausencia
Y el espacio duro;
La pena es un muro.
La ruta es una trampa:
Ni trenes, ni navío;
El viaje está vacío.
. . . . .
Reflejo, que tu lanza
Traspase la distancia
Y pegue con dulzor.
(La miel de las heridas
Embalsama el amor).
y donde estaba este blog, q hasta ahora no lo habia descubierto?
ResponderEliminarme gusta tu manera de expresarte
saludos