Sombra de puerta entreabierta
me despertaste anoche
y no pude ahogar tu llanto.
Yo sí naufragué en el río de tus penas
saladas,
en el mar de tus miedos
sin olas.
Escuché tu temblor,
abracé la oscuridad así de incompetente
mientras la dama de la noche me tenía drogada
como en un sueño
para que no sufriera por tu despedida.
Sonrisa, cada vez que la mira.
Sonrisa, y ya está; perdida.
Deprisa, pisa la estancia
y desliza toda distancia.
Sin darse cuenta; ya no respira.
Sonrisa, como una onda expansiva.
Fuerza desmedida que tira de ella;
es su sacerdotisa blanco grosella
haciéndola estallar de alegria.
Sonrisa a cámara lenta,
dormida, aunque esté despierta.
Una chispa, se abre la puerta,
se gira, un segudo siquiera
pero al pasar esa brisa, su vista...
Sonrisa, ya ya está; perdida.
te necesito. de veres.
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