Desconfío del oscuro
en que me dejó tu ausencia.
Me da vértigo el vacío
filo de cintura estrecha.
Espantada marinera
de tus labios de tormenta.
Extraviada pasajera
de unos ojos en la niebla.
Lloro cuando estoy perdida
en la curva de tus cejas.
Grito desde un laberinto
cuando doblas esas piernas.
Y te miro.
Prisionera,
de vivir siempre en alerta.
Es un sueño.
Si despiertas.
Fantasmas tras una puerta.
Corro por las pesadilla
de esa piel que me envenena.
Temo el vicio de aquel beso
que usaste como cadena.
Otras fobias; tu cadera.
Horrores de cremallera.
No estoy loca; mi niñera
cuenta cuentos de flictenas.
Pero el peor de los miedos
es tu falta, mi condena.
Son las horas que te espero
siendo yo mi compañera.
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